El tiempo, que al principio parecía inmenso y amenazaba con devorarles, se convirtió gradualmente en una magnitud fofa y grisácea, a pesar de que los cielos se abrían en latitudes azules y largas horas soleadas, o se envolvían en nieblas errantes o en nubarrones que se deshacían en lluvia.
Ellos aprendieron astucias para no sentirlo.
— Cabeza de gallo y otros cuentos de César Dávila Andrade (Page 98)
Toujours la même ambiance irréelle et la même réflexion sur le temps, l'espace (et la mort) dans le conte "Caballo solo"